Hoy quiero contarte una historia real que le sucedió a uno de mis coachees.
Para este ejercicio vamos a llamarlo Raúl.
Raúl siempre había sido un hombre pragmático. A sus 45 años, su vida estaba centrada en su trabajo, donde había logrado ser un exitoso ejecutivo. Pero en su camino al éxito profesional, había descuidado algo esencial: su control emocional y empatía. Y esa falta lo llevó a perder a María, el amor de su vida.
María era una mujer increíble: empática, cariñosa, dulce y siempre dispuesta a escuchar a los demás( tuve la oportunidad de conocerla). Ella había caído rendida ante la inteligencia y la determinación de Raúl, pero a medida que pasaba el tiempo, empezó a notar que había algo que faltaba en su relación. Raúl no sabía cómo manejar sus emociones y, peor aún, no entendía las de María.
Una noche, después de una larga jornada laboral, Raúl llegó a casa exhausto y de mal humor. María, siempre comprensiva, intentó hablar con él sobre su día. Pero Raúl, frustrado y sin paciencia, la interrumpió bruscamente: «¿Podrías dejar de hablar de cosas sin importancia? Estoy cansado y no quiero escuchar tus quejas».
María se quedó en silencio, herida por las palabras de Raúl. Esa no fue la primera vez que él reaccionaba de esa manera, pero esa noche fue el punto de quiebre de María. Ella comprendió que la falta de empatía y comprensión de Raúl estaba destruyendo su relación.
A los pocos días, María decidió hablar con Raúl sobre cómo se sentía. Le explicó con calma y claridad que necesitaba una pareja que pudiera entender y compartir sus emociones. Raúl, en lugar de escuchar y reflexionar, se defendió y minimizó los sentimientos de María: «Siempre exageras, María. No entiendo por qué haces un drama de todo».
Fue entonces cuando María, con lágrimas en los ojos pero firme en su decisión, le dijo adiós. Raúl se quedó solo en su apartamento, sintiendo un vacío inmenso. En ese momento, no entendió la magnitud de su pérdida, pero con el tiempo, la soledad y la reflexión lo llevaron a una dolorosa conclusión: había perdido al amor de su vida por no saber manejar sus emociones.
Raúl me contactó buscando ayuda profesional y comenzamos un proceso de coaching, empezó a reconocer sus emociones y a darse cuenta que se le dificultaba escuchar y entender los sentimientos de la otra persona. Descubrió que estas habilidades no eran solo palabras de moda, sino componentes esenciales para cualquier relación de pareja exitosa. Aprendió sobre la importancia de la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales.
Autoconciencia: Le pedí a Raúl que empezara a llevar un diario emocional, donde anotaba sus sentimientos y trataba de entender qué los causaba. Este ejercicio le ayudó a reconocer sus emociones antes de que lo dominaran.
Autorregulación: Le enseñé técnicas de respiración y meditación para calmarse en momentos de estrés. Poco a poco, logró controlar sus impulsos y responder de manera más calmada y racional.
Motivación: Raúl estableció metas personales para mejorar su vida emocional. Empezó a disfrutar de pequeñas victorias, como mantener la calma en situaciones difíciles.
Empatía: Raúl se esforzó por ponerse en el lugar de los demás. Empezó practicando en el trabajo y con su familia, ya que no tenía pareja. Escuchaba activamente, hacía preguntas y realmente trataba de entender las emociones de quienes lo rodeaban.
Habilidades sociales: Participó en actividades con grupos que compartían sus hobbies e intereses, que lo forzaron a interactuar con otros de manera positiva. Aprendió a comunicarse de forma efectiva y a construir relaciones más profundas.
Al final del proceso de coaching, Raúl decidió que quería compartir su experiencia y dejar un testimonio que pudiera ayudar a otros hombres a no cometer los mismos errores que él. Así que escribió una carta, dirigida a todos aquellos que, como él, podrían perder a alguien importante por no saber gestionar sus emociones.
Queridos amigos,
Si están leyendo esto, es porque tal vez, como yo, han pasado por la dolorosa experiencia de perder a alguien especial por no saber cómo manejar sus emociones y no mostrar empatía. Quiero decirles que no están solos y que es posible cambiar.
He aprendido, aunque tarde, que la inteligencia emocional y la empatía son cruciales para cualquier relación. Les recomiendo que dediquen tiempo a desarrollar estas habilidades. Créanme, esto no solo mejorará sus relaciones, sino también su vida en general.
No esperen a perder a alguien especial para darse cuenta de esto. Actúen ya. A mi me sirvió mucho la ayuda de Liliana y tomar el curso «Tu Viaje hacia el Amor Consciente» del Instituto del Amor Consciente. Aquí, aprendí a desarrollar estas habilidades y a transformar mi vida amorosa.
Les deseo lo mejor!
Raúl nunca recuperó a María, pero su transformación personal le dio una nueva perspectiva sobre la vida y las relaciones. Y aunque su historia no tuvo un final feliz con María, es un testimonio de la posibilidad de cambio y crecimiento. Que su experiencia sea una lección para todos.
Con amor,
Liliana [Dra Corazón]